A propósito de la pobre presentación por televisión de los candidatos a la alcaldía de Lima quiero recordar el libro que abrió la ruta para los estudios de la ciudad latinoamericana que posteriormente se han realizado[1], y que considero debería de releerse con atención.
Lima la horrible de Sebastián Salazar Bondy se publicó en 1964. Desapareció rápidamente; a las justas se encontraba la rudimentaria edición pirata sin fotografías. “Lima la horrible” era una frase suelta en medio de una ciudad llena de pobreza, delincuencia y represión.
El libro de Sebastián Salazar Bondy permaneció oculto y, asimismo, era en aquella edición pirata una suerte de resistencia popular. Estaba proscrito por un grupo de intelectuales y políticos que vieron en él un insulto, una amenaza y, quizá peor, una traición. Es un poderoso ensayo que continua con plena actualidad porque denuncia todo aquello que continua siendo insostenible y perverso y que ninguno de los candidatos a ocupar la alcaldía de Lima enfrenta. Lima continua como su tradición, hablando a media voz.
Lima la horrible abrió el camino a los estudios dedicados a las ciudades latinoamericanas, estableció una ruta para ver la ciudad.
Esta visión hoy día se ha perdido por ausencia de un urbanismo que mire a su propia realidad y que desarraigado propone una visión enajenada y alienada.
Lima continúa persistentemente manteniendo sus problemas pero en cuarenta años la mirada y los imaginarios han cambiado. La mayoría de sus habitantes no frecuenta ya esos espacios saturados de pasado que el ensayo usa como centros de significación; pero los fantasmas no se han retirado. Quizá los antiguos oráculos indígenas, al cual la ciudad le debe tantos nombres quechuas, que no se quiere recordar, continúan predicando para quienes quieran o puedan oírlos. Pero la mentira y las falsificaciones denunciadas en Lima la horrible persisten, todo el ruido que no permite escuchar "el Perú real", ha cambiado hoy de dirección o símbolo pero se mantiene con otros actores. La fuga se mantiene, pero el pasado de la "Arcadia colonial" ha quedado desplazado por los nuevos intereses del círculo del mundo neoliberal y mediático provinciano. Los distritos limeños que han crecido en estos cuarenta años y su numerosa nueva burguesía, no miran ya hacia el pasado. Esa Lima excéntrica y enajenada recibe sus fantasmas mediáticamente.
Cuarenta años después La Lima del 2006 nos sigue hablando y por eso este texto aumenta su significado como un clásico. Es una gran lectura que hay que releerla entre líneas y que define una ruta abierta por Gonzáles Prada, José Carlos Mariátegui, Augusto Salazar Bondy, trazando un itinerario para pensar lo nuestro desde nuestra propia circunstancia, para así hacerla universal.
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