Rousseff: Entre la popularidad y el populismo.
Publicado por Federico Ysart el jun 25, 2013
Para algunos políticos la popularidad es como el norte que atrae la aguja imantada de la veleta.
Todo por la adhesión del pueblo.
Lo llaman populismo, filosofía de la que no acostumbran a germinar buenos frutos. Mientras dura la euforia de las promesas y el llamado pueblo se regocija por el aparente éxito de sus reclamos, todo parece de colores. Lo negro llega a la hora de pagar las cuentas; que se lo cuenten a los argentinos después de medio siglo de peronismo, ahora kirchnerismo; o a los venezolanos de la década chavista, o a las víctimas cubanas del castrismo, etc.
La historia está llena de ejemplos similares. El populismo no es una ideología, es una mera forma de gobernar que llega a prender tanto entre izquierdistas como entre conservadores. La aureola de rebeldía con que se adorna sea del signo que sea, que también las involuciones pueden ser revolucionarias, suele terminar sofocada por los nuevos intereses creados. Así ha sido desde la Grecia clásica, y es que muy pocas cosas de las que nos pasan se le escaparon a Aristóteles. Un excelente artículo de Enrique Krauze en sus Letras Libres define magistralmente los contornos del populismo, elemento común en los ADN de bolivarianos y del tea party, o de duras dictaduras como las comunistas y las fascistas florecidas en el pasado siglo.
Fernando Savater califica al Populismo como la democracia de los ignorantes
De la Izquierda posible a la derecha verdadera. Roberto Gargarella
El resurgimiento de la izquierda en america Latina. Steven Levitsky & Keneth Roberts
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