La noticia sobre China es que en el terreno económico, el sistema avanza hacia una nueva ola de reformas liberales, sobre todo en las empresas públicas y el mundo rural.
La élite dirigente en China se ríe del empeño occidental en creer que la democracia es inevitable. Ellos están convencidos de que la nación más vieja del mundo tiene una tradición específica de poder y, tras haber recuperado su fuerza y su orgullo, ya no va a permitir que otros le obliguen a transformarse.
Entre la visión occidental —y sobre todo estadounidense— de que, a la hora de la verdad, la democracia es la ley natural de la humanidad, y la convicción china de que en el mundo coexisten varios sistemas y que, a su juicio, el suyo es el más eficaz, no hay hueco para un compromiso ideológico. Pero ese divorcio filosófico no es incompatible, dicen los chinos, con mantener buenas relaciones con Occidente, siempre que este reconozca su irredentismo y su especificidad.
Unas cuantas conclusiones desde la visión occidental:
China será un día un país “ecológico”. La presión de la realidad es demasiado fuerte y el sistema ya es consciente de ello. Pero eso no significa que se pliegue a unas normas internacionales. Controlará la contaminación a su ritmo y a su manera.
Su motor es el orgullo nacional de haber recuperado el papel que este imperio tuvo durante milenios. El orgullo nacional va de la mano del nacionalismo, pero ¿el nacionalismo irá de la mano del imperialismo? Imposible de predecir.
Los chinos están francamente incómodos con la seguridad estadounidense sobre la superioridad de los valores occidentales y su falta de profundidad histórica. Desde este punto de vista, con su enfoque más relativista y su sentido de la Historia, los europeos son mejores interlocutores. Tenemos una función que desempeñar, más si pensamos que, en su relación con el resto de Asia, la estrategia china oscila entre la dominación y la cooperación. Cuando se inclinan hacia esta última, el proceso comunitario que ha representado la construcción europea les plantea interrogantes, o al menos les interesa.
Seguros de sí mismos cuando se trata de retos económicos y sistemas políticos, los chinos no tienen aún demasiado claro cómo desempeñar su papel de gran potencia en el escenario internacional. Por un lado, están ávidos de responsabilidad y respetabilidad, pero, por otro, no dominan todavía las habilidades intrínsecas de su posición en el mundo y siguen pensando como punta de lanza de los países emergentes. También en este aspecto, los europeos pueden contribuir, si se diferencian de los norteamericanos.
Para los europeos que, pese a ser más sensibles que los estadounidenses con respecto al pasado, tienen tendencia a volverse cada vez más “cortoplacistas”, la oligarquía china es un elemento que recuerda al mismo tiempo el sentido de la Historia y el valor de una visión de futuro.
Noticia publicada en el País: Madrid. 101113
OBJETIVO: DUPLICAR LA RENTA PER CAPITA
El Gobierno se ha fijado como objetivo que para 2020 toda la población —urbana y rural— duplique los ingresos per cápita respecto a 2010 (eran 7.519 dólares, según la OCDE; la renta per cápita de España era ese año de 31.904 dólares).
El Centro de Investigación de Desarrollo del Consejo de Estado ha resaltado ocho áreas clave de reforma para construir “una economía de mercado dinámica, liderada por la innovación, global y pacífica bajo el gobierno de la ley”. En el núcleo del plan, está “gestionar de forma adecuada las relaciones entre el Gobierno y el mercado”.
Las ocho áreas que cita son: las industrias monopolio, el suelo, las finanzas, los sistemas de impuestos y fiscal, la apertura de la economía, la administración del Gobierno, los activos de propiedad estatal y el impulso de la innovación y el desarrollo ecológico.
El informe sugiere la necesidad de mejorar el acceso al mercado y la competencia en industrias cruciales como la ferroviaria y la petrolera. Se prevé que el denominado tercer pleno proporcione el marco amplio de las políticas, más que detalles de cómo va a transformar China su economía.
Las empresas estatales serán uno de los temas fundamentales de la reunión. Los expertos creen que las autoridades no están preparadas para modificar profundamente la situación de los gigantes que dominan desde el sector energético a la banca, y que las privatizaciones están fuera de la agenda, aunque podrían adoptar decisiones audaces para hacer frente a los poderosos grupos de interés en los monopolios estatales, que pueden resistirse a los cambios.
En el ámbito social, uno de los temas candentes es el proceso de urbanización. El Gobierno quiere que la economía dependa menos de la inversión y las exportaciones, y más de los servicios y el consumo interno. Esto implica impulsar la urbanización del país, asentar a cientos de millones de habitantes de las zonas rurales en ciudades y modificar el sistema actual de registro de residencia o hukou, que impide en la práctica a los emigrantes instalarse con sus familias en las ciudades porque no tienen los mismos derechos sociales, educativos y sanitarios que los locales. Se esperan medidas para relajar progresivamente estos controles. El pleno podría estimular también reformas para permitir algún día a los campesinos vender la tierra cuando dejan el pueblo.
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