El derecho a la ciudad. David Harvey * * *
La ciudad, escribio una vez el reputado sociologo urbano Robert Park:
Es uno de los intentos mas consistentes, y a la postre, mas exitosos del hombre, de rehacer el mundo en el que vive a partir de sus anhelos mas profundos.
Si la ciudad, en todo caso, es el mundo que el hombre ha creado, es tambien el mundo en el que esta condenado a vivir. Asi, de manera indirecta y sin una conciencia clara de la naturaleza de su tarea, al hacer la ciudad, el hombre se ha rehecho a si mismo.
El derecho a la ciudad no es simplemente el derecho de acceso a lo que ya existe, sino el derecho a cambiarlo a partir de nuestros anhelos mas profundos. Necesitamos estar seguros de que podremos vivir con nuestras creaciones (un problema para cualquier planificador, arquitecto o pensador utopico). Pero el derecho a rehacernos a nosotros mismos creando un entorno urbano cualitativamente diferente es el mas preciado de todos los derechos humanos. El enloquecido ritmo y las caoticas formas de la urbanizacion a lo largo y ancho del mundo han hecho dificil poder reflexionar sobre la naturaleza de esta tarea. Hemos sido hechos y rehechos sin saber exactamente por que, como, hacia donde y con que finalidad ?Como podemos, pues, ejercer mejor el derecho a la ciudad?
La ciudad no ha sido nunca un lugar armonico, libre de confusion, conflictos, violencia. Basta leer la historia de la Comuna de Paris de 1871 o ver el retrato ficticio de las Bandas de Nuevas York de 1850 trazado por Scorsese para tomar consciencia de cuan lejos se ha llegado. Pero bastaria pensar, tambien, en la violencia que ha dividido Belfast, que ha destruido Beirut y Sarajevo, que ha sacudido Bombay y que ha alcanzado, incluso, a la "ciudad de los angeles". La calma y el civismo son la excepcion, y no la regla, en la historia urbana. Lo que de verdad interesa es si los resultados son creativos o destructivos. Normalmente son ambas cosas: la ciudad es el escenario historico de la destruccion creativa. No obstante, la ciudad tambien ha demostrado ser una forma social notablemente elastica, duradera e innovadora.
?Pero de que derechos hablamos? ?Y de la ciudad de quien? Los comuneros de 1871 pensaban que tenian derecho a recuperar "su" Paris de manos de la burguesia y de los lacayos imperiales. Los monarquicos que los mataron, por su parte, pensaban que tenian derecho a recuperar la ciudad en nombre de Dios y de la propiedad privada. En Belfast, catolicos y protestantes pensaban que tenian razon, lo mismo que Shiv Sena en Bombay cuando ataco violentamente a los musulmanes ?No estaban todos, acaso, ejerciendo su derecho a la ciudad? "A derechos iguales" -constato celebremente Marx- "la fuerza decide" ?Es a esto a lo que se reduce el derecho a la ciudad? ?Al derecho a luchar por los propios anhelos y a liquidar a todo el que se interponga en el camino? Por momentos el derecho a la ciudad parece un grito lejano que evoca la universalidad de la Declaracion de derechos humanos de la ONU ?O sera que lo es?
Marx, como Park, pensaba que nos cambiamos a nosotros mismos cambiando el mundo y viceversa. Esta relacion dialectica esta anclada en la raiz misma de todo trabajo humano. La imaginacion y el deseo desempenan un papel importante. Lo que distingue al peor de los arquitectos de la mejor de las abejas -sostenia Marx- es que el arquitecto erige una estructura en su imaginacion antes de materializarla en la realidad. Todos nosotros somos, en cierto modo, arquitectos. Individual y colectivamente, hacemos la ciudad a traves de nuestras acciones cotidianas y de nuestro compromiso politico, intelectual y economico. Pero, al mismo tiempo, la ciudad nos hace a nosotros. ?Puedo acaso vivir en Los Angeles sin convertirme en un motorista frustrado?
Podemos sonar e interrogarnos acerca de mundos urbanos alternativos. Con suficiente perseverancia y poder podemos aspirar incluso a construirlos. Pero las utopias de hoy en dia no gozan de buena salud porque cuando se concretan, con frecuencia, es dificil vivir en ellas ?Que es lo que no funciona? ?Carecemos acaso de la brujula moral y etica adecuada para orientar nuestro pensamiento? ?Sera que no podemos construir una ciudad socialmente justa?
Pero ?que es la justicia social? Trasimaco, en La Republica de Platon, sostiene que "toda forma de gobierno aprueba las leyes que lo benefician", de modo que "lo justo es lo mismo en todas partes: la ley del mas fuerte". Platon rechazaba esta conclusion apelando a la justicia como ideal. En realidad, hay toda una pletora de formulaciones ideales de la justicia. Podriamos ser igualitarios utilitarios a la manera de Bentham (el mayor bien para el mayor numero), contractualistas a la manera de Rousseau (con su ideal de derechos inalienables) o de John Rawls, cosmopolitas a la manera de Kant (el mal contra uno es un mal contra todos) o simplemente hobbesianos, recordando que el Estado (el Leviatan) impone la justicia sobre intereses privados desconsiderados para evitar que la vida social se vuelva violenta, brutal y corta. Algunos incluso apelan a ideales de justicia locales, que sean sensibles a las diferencias culturales. Al final, nos quedamos frustrados frente al espejo, interrogandonos: ?cual es la mejor teoria de la justicia? En la practica, sospechamos que Trasimaco tenia razon: la justicia es simplemente lo que la clase dominante quiere que sea.
Sin embargo, no podemos prescindir ni de los planes utopicos ni de los ideales de justicia. Son indispensables para la motivacion y la accion. La indignacion ante la injusticia y las ideas alternativas han inspirado durante mucho tiempo la busqueda del cambio social. No podemos deshacernos cinicamente de ellas. Pero podemos y debemos contextualizarlas. Todos los ideales en materia de derechos presuponen una cierta concepcion de los procesos sociales. Y a la inversa: todo proceso social incorpora alguna concepcion de los derechos. Permitaseme un ejemplo.
Vivimos en una sociedad en la que los derechos inalienables a la propiedad privada y a las ganancias se imponen sobre cualquier otra concepcion de derechos inalienables que se pueda tener. Esto es asi porque nuestra sociedad esta dominada por la acumulacion de capital en el marco de un mercado de intercambios. Este proceso social depende de una determinada construccion juridica de los derechos individuales. Sus defensores mantienen que esto estimula "virtudes burguesas" como la responsabilidad individual, la independencia de la interferencia estatal o la igualdad de oportunidades en el mercado y ante la ley; la recompensa de la propia iniciativa y un mercado abierto que asegure libertades para elegir. Estos derechos comprenden la propiedad privada de uno mismo (que permite vender libremente la fuerza de trabajo, ser tratado con dignidad y respeto y preservar la propia integridad fisica). Y unidos a ella, los derechos a la libertad ideologica y a la libertad de expresion. Admitase: estos derechos derivados resultan atractivos. Muchos de nosotros recurrimos a ellos constantemente. Pero lo hacemos como mendigos que viven de las migajas que caen de la mesa del rico. Dejenme explicarlo.
Vivir bajo el capitalismo supone aceptar o someterse a un conjunto de derechos necesarios para la acumulacion ilimitada de capital. "Nosotros", explica el Presidente Bush mientras va a la guerra, "perseguimos una paz justa en la que la represion, el resentimiento y la pobreza sean reemplazados por la esperanza de democracia, el desarrollo, los mercados libres y el comercio libre". Estos ultimos, afirma, "han demostrado su capacidad para sacar a poblaciones enteras de la pobreza".
Los Estados Unidos repartiran al mundo entero, lo quiera o no, el regalo de la libertad (de mercado). Sin embargo, la existencia de derechos inalienables a la propiedad privada y a los beneficios (tambien incorporados, a instancias de los Estados Unidos, a la Declaracion de la ONU) puede acarrear consecuencias negativas, incluso mortales.
Los mercados libres no son necesariamente justos. Como reza un antiguo dicho: "no hay nada mas desigual que el igual trato entre desiguales". Esto es lo que hace el mercado. En virtud del igualitarismo del intercambio, el rico se torna mas rico y el pobre mas pobre. Se entiende por que los ricos y poderosos defienden estos derechos. Gracias a ellos, las divisiones de clase crecen. Las ciudades se guetifican: los ricos se blindan buscando proteccion mientras los pobres, por defecto, se aislan en guetos. Y si a las luchas por adquirir ingresos y una posicion de clase se superponen, como suele ocurrir, las divisiones raciales, etnicas y religiosas, el resultado son ciudades atravesadas por divisiones todavia mas amargas y bien conocidas. Las libertades de mercado conducen inevitablemente al monopolio (como puede verse en el ambito de los medios de comunicacion o del desarrollo urbanistico). Treinta anos de neoliberalismo nos ensenan que mientras mas libre es el mercado mas grandes son las desigualdades y mayor el poder de los monopolios.
Peor aun, los mercados necesitan la escasez para funcionar. Y si la escasez no existe se crea socialmente. Esto es lo que la propiedad privada y la busqueda del beneficio se encargan de hacer. El resultado es una carestia en gran medida innecesaria (desempleo, falta de vivienda, etcetera), en medio de la abundancia.
Gente sin techo por las calles y mendigos en los metros. Hambrunas que pueden perfectamente producirse en un contexto de superproduccio n de alimentos.
La liberalizacio n de los mercados financieros ha desatado una tormenta de poderes especulativos. Unos cuantos fondos de inversiones, en ejercicio de su inalienable derecho a obtener beneficios por cualquier medio, destruyen a golpe de especulacion economias enteras (como las de Indonesia o Malasia). Destruyen ciudades enteras, las reaniman con donaciones para la opera y el ballet mientras sus delegados ejecutivos, como ocurrio con Kenneth Lay o Enron, se pavonean en el escaparate global y acumulan riquezas desorbitadas a expensa de millones de personas ?Tiene sentido conformarse con las migajas de los derechos derivados de la propiedad privada mientras algunos viven como Kenneth Lay?
Si es aqui donde conducen los derechos inalienables a la propiedad privada y al beneficio, no los queremos. Nada de esto produce ciudades que respondan a nuestros anhelos mas profundos, sino mundos de desigualdad, injusticia y alienacion. Estoy en contra de la acumulacion ilimitada de capital y de la concepcion de los derechos que la permite. Otro derecho a la ciudad es necesario.
Naturalmente, quienes hoy detentan estos derechos no los cederan de manera voluntaria: "A iguales derechos, la fuerza decide". Esto no supone necesariamente violencia (aunque por desgracia a menudo se acaba en ella). Pero exige movilizar el poder suficiente para cambiar las cosas a traves de la organizacion politica o, si hiciera falta, en la calle. Dicho esto, ?que estrategia deberiamos adoptar?
Ningun orden social, decia Saint-Simon, puede cambiar si las grandes lineas de lo nuevo no se encuentren ya latentes en el presente. Las revoluciones no son rupturas totales, pero son capaces de dar un giro radical a las cosas. Los derechos que hoy se consideran derivados de la propiedad (como el derecho a ser tratado con dignidad) deberian volverse fundamentales; y los derechos que hoy se consideran fundamentales (como el derecho de propiedad privada o el derecho al beneficio) deberian considerarse derechos supeditados al resto ?No era este, acaso, el objetivo del socialismo democratico?
Como puede verse, hay contradicciones en la concepcion capitalista de los derechos. Estas contradicciones pueden explotarse ?Que habria pasado con el capitalismo global y con la vida urbana si se hubieran garantizado los preceptos de la Declaracion de la ONU relativos a los derechos laborales derivados (a un empleo seguro, a estandares razonables de vida, a la auto-organizacio n)?
Pero tambien pueden definirse nuevos derechos. Como el derecho a la ciudad, que no es, como decia al comienzo, el simple derecho a acceder a lo que los especuladores de la propiedad y los funcionarios estatales han decidido, sino el derecho activo a hacer una ciudad diferente, a adecuarla un poco mas a nuestros anhelos y a rehacernos tambien nosotros de acuerdo a una imagen diferente.
La creacion de nuevos espacios urbanos comunes, de una esfera publica con participacion democratica activa, requiere remontar la enorme ola de privatizacion que ha sido el mantra de un neoliberalismo destructivo. Debemos imaginarnos una ciudad mas inclusiva, aunque siempre conflictiva, basada no solo en una diferente jerarquizacio n de los derechos sino tambien en diferentes practicas politicas y economicas. Si nuestro mundo urbano ha sido imaginado y luego hecho, puede ser re-imaginado y re-hecho. El inalienable derecho a la ciudad es algo por lo que vale la pena luchar. "El aire de la ciudad nos hace libres", solia decirse. Pues bien: hoy el aire esta un poco contaminado; pero puede limpiarse.
El jue 9-oct-08, Luis Garate <garaluis@gmail.com> escribio:
De: Luis Garate <garaluis@gmail.com>
Asunto: sobre articulo derecho a la ciudad
A: "Makedonski" <paulmakedonski@yahoo.fr>, tarias001@yahoo.com
Fecha: jueves, 9 octubre, 2008, 12:45 pm
El articulo es de la revista electronica Sin Permiso
El derecho a la ciudad David Harvey * * * * * 05/10/08
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