Percy Cayetano Acuña Vigil

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Conmemorando el aniversario del inicio del Estado peruano

Conmemorando el aniversario del inicio del Estado peruano
El 28 de julio de 1821 el general argentino José de San Martín, declaró la Independencia del Perú de España. Este acto se debió a los intereses que tenían los países que estaban afectados por la presencia del ejército español en el Perú.
 
A la proclamación de la independencia le siguió la creación del protectorado, el 3 de agosto de 1821, el hito fundamental que señaló el nacimiento del Estado peruano. San Martín no convocó una asamblea por temor al desorden, apeló a su creación, y anunció que continuaban reasumidos en él tanto el mando político como el militar con carácter provisional, en tanto se ganase la guerra contra el poder español. 
 
Por medio de un gobierno vigoroso pero transitorio, San Martín garantizó la independencia del poder judicial. Singular en su estructura, la nuestra no fue una república ni una monarquía: San Martín se convirtió, desde ese momento, en "protector" de la libertad del Perú.
 
Este gobierno del protector San Martín, a pesar del grave problema de la guerra, se interesó por la organización del Estado desde diversos planos. Entre sus preocupaciones estuvo presente la sociedad peruana en su conjunto. Aunque algunos historiadores afirman que esta actitud provocó descuido en las tareas de la guerra, otros plantean que lo que se quiso fue evitar la anarquía -la mayor dificultad para el desempeño de los esfuerzos militares- y lograr la estabilidad de una organización recién creada.
 
San Martín se empeñó en precisar las bases de la futura organización pero no promovió una reforma "prematura". El documento central para entender el gobierno de San Martín es el Estatuto Provisional dado por el protector de la libertad del Perú. En el ínterin se establece la Constitución permanente del Estado, el 8 de octubre de 1821.
 
Los ministerios organizados por San Martín fueron tres: Estado y relaciones exteriores, cuyo responsable fue Juan García del Río, natural de Cartagena de Indias; guerra y marina, encomendado a Bernardo Monteagudo, natural de San Miguel de Tucumán, y hacienda, en manos de Hipólito Unanue, nacido en Arica y único peruano del primer gobierno.
 
En la esfera política, el cuestionamiento central de esa época se puede resumir en la pregunta sobre cuál sería la forma de gobierno más adaptable al Estado peruano. Fueron interesantes razonamientos las intervenciones de Manuel Pérez de Tudela y de Mariano José de Arce en defensa de la república, y las de José Ignacio Moreno en favor de la monarquía, pero los verdaderos extremos del debate se encontraban en las cartas del "Solitario de Sayán", José Faustino Sánchez Carrión, y en el Manifiesto de Quito, de Bernardo Monteagudo, quien fue, en el Perú, un creyente en sistemas que impiden la anarquía; él estuvo al lado de San Martín en sus planes monárquicos.
 
Cuando San Martín viajó a entrevistarse con Bolívar en Guayaquil, José Bernardo de Tagle, Marqués de Torre Tagle quedó encargado del poder Ejecutivo en calidad de Supremo Delegado (del 19 de enero al 21 de agosto de 1822). Desempeñó sus funciones con la ecuanimidad que las circunstancias podían permitir, pero no pudo evitar que el republicanismo exaltado se desbordase hasta obtener la expulsión del ministro argentino Bernardo Monteagudo.
 
Posteriormente el Congreso eligió a José Mariano de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, V Marqués de Montealegre de Aulestia, como primer Presidente de la República (28 de febrero de 1823). Pocos días después el mismo Congreso lo ascendió a Gran Mariscal y dispuso que utilizara la banda bicolor como distintivo del poder ejecutivo que administraba (4 de marzo de 1823).
 
Entre 1821 y 1826 no hubo Estado ni gobierno. Reinaba el caos. Este se mantuvo durante la primera mitad del siglo XIX en medio de guerras civiles y guerras exteriores. En ese contexto el ejército fue la organización que logró mantener la unidad del territorio en un país desconectado del exterior e interiormente fragmentado, balcanizado y refeudalizado.
 
Frente a esta situación los países vecinos tomaron medidas que hicieron que el territorio nacional disminuyera sensiblemente, perdiendo el país importantes riquezas.
 
En la primera mitad el siglo XX la política fue recuperada por la oligarquía que gobernó el país en alianza con sectores mercantilistas, apoyándose en el capital extranjero y en las FFAA institucionalizadas. La defensa de sus intereses agrario-minero exportadores la llevó a organizar un Estado principalmente coercitivo y a crear los aparatos burocráticos y el sistema legal necesarios que ayudaran a manejar mejor sus negocios y su dominio. Nunca le interesó construir un bloque social inclusivo y organizó en vez un Estado hegemónico.
 
El Perú carecía, además, de una élite empresarial importante capaz de llevar a cabo los posibles proyectos empresariales de una supuesta élite tecnocrática. De haber existido esa alianza público-privada en torno a un vigoroso proyecto de industrialización y de haber contado con una burocracia weberiana, como en el caso de los recientemente independizados países asiáticos, el destino del Perú hubiera sido probablemente diferente.
 
 
Esa alianza nunca se dio y no se conto con una burocracia weberiana porque la independencia no fue un acto fundador de una nueva Nación, sino que fue un proceso de reforzamiento de las desigualdades sociales existentes en donde se mantuvo la escisión entre los criollos fundadores de la República y la población indígena.
 
El hecho de que el Perú se convirtiera en Estado no provoco que se transformase en Nación. No existe correspondencia entre el hecho de fundar un Estado y el hecho social de forjar una Nación.
 
En realidad, desde algún punto de vista la nación es un mito incluso en el presente. Más aún, siguiendo a Benedict Anderson , todas las naciones, aún las más homogéneas, son construcciones sociales o "comunidades imaginadas". Por cierto, tal como lo postuló Benedict Anderson, quizá mucho más importante que intentar definir objetivamente a las naciones es comprender que, subjetivamente, la nación se imagina, y que es éste el fenómeno de mayor relevancia empírica.
 
En este sentido el Estado peruano surgió antes que la Nación debido a que por la fragmentación social que existía el poder paso de los españoles a los criollos, manteniéndose los estratos y las diferencias que no permitieron unir al país, además de la escisión entre los criollos fundadores de la República y la población indígena que era la mayoría, no pudiéndose, por esto, construir e inculcar el sentido de Nación en ambos.
 
La independencia no significo lo mismo para todos ya que se mantuvo la división que domino toda la vida peruana, de modo que esta fue un proceso de reforzamiento de las desigualdades sociales en vez de un actor fundador y constituyente de la nacionalidad, ya que no fue una oportunidad real para que se hubiera empezado en esta tarea sino que fue una oportunidad para centralizar el poder en unos pocos.
 
En realidad nadie pudo llenar el vacío de poder producido por la ausencia española y esto fue lo que precisamente aumento la fragmentación del país. Nadie pudo llenar este vacío debido a la incapacidad de integración política y, en consecuencia, tampoco no hubo quien pudiese integrar a la población dominada, restando posibilidad a la constitución de un Estado real y de una Nación inclusiva.
 
Por estas circunstancias la independencia no fue de todos, sino que fue sólo de la clase alta de la época, los criollos, quienes no supieron crear las circunstancias necesarias para consolidar el país sino que aprovecharon la independencia para ellos mismos dejando de lado al resto del país.
 
 
Recordatorio del levantamiento contra España en Venezuela:

http://diariocorreo.pe/columna/25794/205-anos-del-primer-desembarco-libertador-en-sudamerica/

 

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