Es un hecho innegable que el avance extraordinario de la ciencia en la era moderna es, ante todo, el resultado de su emancipacion de los lazos en los que la teologia la mantuvo cautiva durante la Edad Media. Se denomina positivismo al principio de describir la realidad de modo fidedigno y de explicarla en forma estrictamente empirica, sin recurrir a la teologia ni a ninguna otra especulacion metafisica.
Es otro hecho constatado que una ciencia social positivista no esta en posicion de justificar un orden social establecido como la realizacion de valores absolutos, pues puede evaluar una institucion social solo como un medio adecuado para lograr un fin presupuesto, pero inadecuado si se presupone otro fin. Es decir, puede evaluar una institucion social solo con caracter condicional o, lo que es lo mismo, puede atribuirle solo un valor relativo, entendiendo por "valor" -positivo o negativo- la relacion de un medio con un fin.
Esta es una relacion de causa y efecto, y puede verificarse en forma cientifica sobre la base de la experiencia humana. En consecuencia, una ciencia social positivista no puede evaluar un fin que en si mismo no constituya un medio para otro fin, sino que sea un fin ultimo. No puede evaluar una institucion social en forma incondicional o, lo que es lo mismo, no puede atribuirle un valor absoluto. Lo absoluto en general y los valores absolutos en particular pertenecen a una esfera trascendental que esta mas alla de la experiencia cientifica, pertenecen al campo de la teologia y de otras especulaciones metafisicas. Es por eso que el positivismo cientifico esta asociado al relativismo.
Cuando las guerras y los movimientos revolucionarios sacuden los cimientos del orden social establecido y se vuelve imperiosa la necesidad de una justificacion absoluta y no meramente relativa de ese orden, la religion, y con la ella la teologia y otras especulaciones metafisicas, se ubica al frente de la vida intelectual y se transforma en instrumento ideologico de la politica. En vista de la gran importancia que reviste la ciencia en la sociedad moderna, aumenta la tendencia -siempre existente pero reprimida en periodos de equilibrio social- a emplear la ciencia social con el mismo proposito. Y esta tendencia se manifiesta como una oposicion apasionada al positivismo relativista y como un intento de que la ciencia vuelva a estar dominada por la teologia y otras especulaciones metafisicas.
Un sintoma caracteristico y muy serio de esta tendencia es un libro de reciente publicacion que ha sido ampliamente comentado: 'La nueva ciencia de la politica', de Eric Voegelin. Esta obra encara nada mas y nada menos que la completa restauracion de la ciencia de la politica, necesaria porque -segun afirma el profesor Voegelin- esta ciencia ha sido destruida por el positivismo. Voegelin no subestima la inmensa envergadura de esta empresa. Segun el,
Cuando la ciencia llega a un estado de destruccion tal como el que tenia hacia el 1900, la mera recuperacion de la capacidad teorica resulta una tarea colosal, sin mencionar la cantidad de materiales que deben modificarse para reconstruir el orden de relevancia entre hechos y problemas.
En oposicion al "positivismo destructivo" que eludio su tarea, la nueva ciencia de la politica debe afirmarse, para "tener una comprension teorica del origen y la validez del orden" -la idea de justicia-, sobre la base de la "especulacion metafisica y la simbolizacion teologica", es decir, bajo la autoridad espiritual de Platon y de Tomas de Aquino, los principales pero no los unicos representantes de este tipo de pensamiento.
Voegelin acusa al positivismo de haber destruido la ciencia, pero no ofrece ninguna definicion medianamente clara de esa escuela de pensamiento contra la cual dirige su grave acusacion. El termino colectivo "positivismo", en general, y el termino "ciencia social o ciencia politica positivista", en particular, abarcan muchos tipos diversos de sistemas teoricos que solo tienen en comun un criterio negativo: la oposicion a recurrir a la especulacion metafisica (y ello incluye la especulacion religioso-teologica).
Voegelin parece ser consciente de esto, ya que menciona la "variedad de fenomenos positivistas" y considera inadecuado definir el positivismo "como la doctrina de tal o cual destacado pensador positivista". De alli que la tendencia decisiva en su lucha contra el positivismo no pueda ser otra que la reaccion contra la actitud antimetafisica que prevalece en la filosofia y la ciencia sociales modernas. La emancipacion de la ciencia de la politica respecto de la metafisica y, en especial, de la teologia, no se retrotrae tanto en el tiempo como la emancipacion que logro la ciencia natural.
Hasta fines del siglo XVIII, la teologia mantuvo un estricto control sobre la ciencia de la politica. La doctrina de que el Estado era una institucion divina y el soberano una autoridad elegida por Dios gozaba de una aceptacion casi general. Por lo tanto, no es exactamente una ciencia de la politica "nueva" a la que apunta Voegelin, a pesar del titulo de su libro.
Es una ciencia muy antigua, que se dejo de lado porque se demostro que era una seudociencia, el instrumento de poderes politicos definidos. Voegelin esgrime dos argumentos de caracter muy amplio contra el positivismo en su conjunto. Ambos pueden refutarse con facilidad. El primero es "la destruccion que produjo el positivismo", debido al supuesto de que el unico metodo cientifico -que, en consecuencia, deben aplicar asimismo las ciencias sociales- es el metodo "matematizante" empleado con exito por las ciencias naturales.
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